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Personajes: Un hada de cristal, un lobo de tormenta
Contexto y Escenario: En un valle donde las nubes se pueden tocar.

El Hada de Cristal y el Lobo de Tormenta

En un valle mágico donde las nubes parecían al alcance de la mano, vivía un hada de cristal llamada Lira. Su luz brillaba en colores iridiscentes, iluminando el sendero de flores que atravesaba el valle. Cada noche, Lira danzaba entre las nubes, dejando un rastro de destellos que traían sueños a los durmientes.

Una tarde, mientras exploraba el borde del valle, Lira escuchó un rugido en la distancia. Intrigada y preocupada, decidió investigar. Para su sorpresa, se encontró con un lobo de tormenta llamado Nox. Su pelaje oscuro resplandecía como la noche, y su mirada era intensa como relámpagos.

Nox había llegado al valle porque estaba cansado de ser temido; quería hacer amigos, pero su rugido provocaba miedo en los corazones de quienes lo escuchaban. Lira, comprendiendo su dolor, decidió ayudarlo. “No eres solo un lobo de tormenta, eres también una criatura especial”, le dijo Lira con ternura.

La hada decidió enseñarle a usar su voz de una manera menos aterradora. Juntos, practicaron cada tarde: Nox aprendió a susurrar en lugar de rugir, y Lira lo ayudó a encontrar la belleza en su esencia. Con el tiempo, la gente del valle comenzó a acercarse a él, fascinados por lo que el lobo de tormenta podía compartir.

Un día, se organizó una gran celebración en la que Nox, ahora un amigo querido, fue el encargado de crear un espectáculo de luces electrizantes en el cielo, iluminando el valle con un brillo como nunca antes. Desde entonces, el valle no solo fue hogar de un hada de cristal, sino también de un lobo valiente que supo que, a veces, todo lo que se necesita es un amigo para descubrir nuestra verdadera luz.


Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Lo pasamos por un zapatito roto... y mañana te cuento otro.
Autor: Generado con IA, prompt por Fernanda Moya.

Este cuento es de la categoría: Hadas
Imágenes y textos creados mediante IA.



La verdadera amistad y la comprensión pueden transformar nuestros miedos en luces brillantes.

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